Saúl Canelo Álvarez vs Terence Crawford: la pelea de los millones de dólares que marcará un antes y un después en la industria del boxeo

El 14 de septiembre de 2013, en su cuarta presentación en Las Vegas, el joven Saúl Álvarez, de apenas 23 años, sufrió la primera derrota de su carrera frente al invicto e hiperestelar Floyd Mayweather en un duelo en que estuvieron en juego los títulos de peso superwélter de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Este sábado, Canelo, experimentadísimo y transformado en superfigura, realizará su 20° pleito en la Ciudad del Pecado, ante Terence Crawford y por el reinado indiscutido de la división supermediano. Un hombre oficia como puente entre estas dos historias, separadas por 12 años y por muchos cambios en la lógica organizacional y comercial de este deporte.
En aquel duelo ante Mayweather, Álvarez ocupaba el lado derecho del póster, el que no se destina al protagonista principal. El estadounidense acordó una bolsa de 41,5 millones de dólares; el mexicano pactó 12 millones. La velada en el MGM Grand Garden Arena fue coorganizada por Mayweather Promotions, la empresa de Money, y Golden Boy Promotions, la firma de Óscar de la Hoya. Las 16.146 entradas disponibles, con precios de entre 350 y 2.000 dólares, salieron a la venta con casi tres meses de anticipación y se agotaron en 24 horas. Ello generó una recaudación de 20 millones de dólares.
El evento, emitido por Showtime en Estados Unidos, se comercializó bajo la forma de pago por evento. Se fijó un precio de 75 dólares para el servicio de alta definición y 65 dólares para la prestación estándar, y se vendieron 2,2 millones de abonos (Mayweather superaría largamente esa marca en sus peleas con Manny Pacquiao -4,6 millones- y Conor McGregor -4,3 millones-), lo que generó 150 millones de dólares de ingresos. La cartelera también se emitió en más de 500 salas de cine. En México, se transmitió a través de la cadena Televisa y fue vista por 22,1 millones de espectadores en 5,9 millones de hogares.
Esta vez, Canelo ocupa el lado izquierdo del póster. Pero no solo eso ha cambiado.
El evento, que se llevará a cabo en el Allegiant Stadium (la casa de Las Vegas Raiders, de la National Football League), marcará el debut de Zuffa Boxing, una nueva promotora que pertenece a TKO Group Holdings, la empresa matriz de Ultimate Fighting Championship (UFC), la nave insignia de las artes marciales mixtas, y de World Wrestling Entertainment (WWE), la compañía de lucha libre profesional más importante del planeta.
Detrás de Zuffa está Dana White, director de UFC, quien saltará la tranquera e incursionará en el mundo del pugilismo en asociación con el jeque Turki Alalshikh, director de la Autoridad General de Entretenimiento de Arabia Saudita y hombre fuerte de este deporte desde hace algunos años. La financiación correrá por cuenta SELA, una subsidiaria del Fondo de Inversión Pública (PIF) saudí que sostiene económicamente la Riyadh Season, un conjunto de eventos deportivos, culturales, gastronómicos y de entretenimientos que inicialmente se realizaban en la capital del reino y en el último tiempo se han expandido fronteras afuera.

White y Alalshikh aspiran a mucho más que conformar una promotora. Pretenden romper con las estructuras tradicionales del boxeo con la creación de un esquema similar al de la UFC: una liga que organiza sus propios eventos, elabora sus propias clasificaciones y reconoce a sus propios campeones por fuera de la órbita de los cuatro organismos rectores (la AMB, el CMB, la Federación Internacional de Boxeo y la Organización Mundial de Boxeo).
Para que ello pudiera realizarse, sería necesaria una reforma de la Ley Muhammad Ali para el Renacimiento del Boxeo Estadounidense, que no permite la creación de estructuras alternativas a los cuatro organismos rectores. La Ley Ali no parece ser un obstáculo que intimide al tándem White-Alalshikh: en julio lograron que dos congresistas, el republicano Brian Jack y la demócrata Sharice Davids, presentaran un proyecto para modificar la norma que en estos días está en debate.
A la espera de que el Parlamento estadounidense le dé luz verde para avanzar en su proyecto, Alalshikh encontró una manera de plantear la lucha por los reconocimientos titulares. En noviembre pasado, compró la revista especializada The Ring, que fue fundada hace 103 años e históricamente entregó sus propios cinturones de campeón, de alto prestigio, pero sin valor para los organismos.
Este sábado, en la pelea ante Crawford, Álvarez pondrá en juego las fajas de los cuatro organismos y también el de The Ring. Hasta allí, nada demasiado llamativo. Pero el lunes, el presidente del CMB, Mauricio Sulaiman, reveló que no había recibido una respuesta de TKO Group Holdings sobre una serie de solicitudes que había presentado, entre ellas el permiso subir al cuadrilátero y entregar su cinturón al ganador del pleito, algo que ocurre en cualquier pelea de campeonato en cualquier parte del mundo.
“¿Cómo se puede esperar que los mejores boxeadores del mundo compitan por un campeonato cuando no se respetan las reglas y se niega la participación a los representantes oficiales?”, se preguntó Sulaiman. “Es completamente inconcebible e inaceptable pensar que a los presidentes no se les permita ejercer sus funciones. Tendrán que tener dos guardias de seguridad en las esquinas tratando de sacarme porque entraré en ese ring”, avisó.

Al margen de los conflictos organizativos se mantienen, al menos hasta el momento, los contendientes, quienes tienen asegurados suculentos ingresos, más allá de que no se han oficializado los números finos. Por la segunda pelea del acuerdo de cuatro combates que firmó en febrero con Riyadh Season, Canelo percibirá aproximadamente 150 millones de dólares. Crawford embolsará alrededor de 50 millones.
El Allegiant Stadium tiene capacidad para 65.000 espectadores, el cuádruple de la cantidad de asientos que hubo disponibles para el combate entre Mayweather y Álvarez. Los precios de los boletos van desde 381 hasta 1.669 dólares y también hay paquetes VIP de entre 789,60 hasta 16.209 dólares. Hasta el momento, no se han agotado. Pese a ello, Dana White afirmó el martes que la recaudación por taquilla será la tercera mayor de la historia, solo superada por las peleas de Mayweather ante el filipino Manny Pacquiao (72,2 millones de dólares) y frente al irlandés Conor McGregor (55,4 millones de dólares).
La transmisión del evento no se realizará mediante el formato PPV. Ese es otro de los grandes cambios que impulsa Alalshikh, quien el año pasado había evaluado que la proliferación de las emisiones en plataformas no legales era consecuencia de los altos precios de los pagos por evento y había pedido una reducción. En julio, anunció que las carteleras organizadas por Riyadh Season y The Ring, y emitidas por la plataforma DAZN no se ofrecerían por el sistema PPV.
Este sábado, quienes deseen ver Álvarez-Crawford podrán hacerlo a través de Netflix sin necesidad de un pago extra, más allá del abono mensual (en Argentina, el servicio básico cuesta 7.199 pesos). La plataforma tiene “más de 300 millones de suscriptores en más de 190 países”, según comunicó esta semana, y se prevé que aproximadamente 30 millones se conectarán para observar el pleito el sábado.
Este será el tercer evento de boxeo que Netflix emitirá en vivo. El primero, en noviembre de 2024, fue el que tuvo como atractivo principal el pleito entre Jake Paul y Mike Tyson, que alcanzó un máximo de 65 millones de transmisiones simultáneas en todo el mundo, según informó la plataforma. La segunda transmisión fue la del tercer capítulo de la trilogía entre la irlandesa Katie Taylor y la puertorriqueña Amanda Serrano, en julio pasado, seguido por 6 millones de espectadores.