“Pido al Señor luces para conducir esta querida Diócesis”
Esta mañana, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, dio gracias a Dios por los ocho años de su llegada a Catamarca, a los pies de la Santísima Virgen del Valle. Lo hizo durante la Santa Misa que presidió a las 7.00, en el Camarín de la Catedral Basílica, acompañado por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino; el Rector del Santuario Mariano, Pbro. José Antonio Díaz; el Párroco de San Isidro, Pbro. Julio Avalos y el Capellán de la Catedral, Pbro. Lucas Segura.
En torno al altar se dieron cita numerosos fieles y también turistas que se sumaron a esta acción de gracias al Padre.
En el comienzo de su homilía, Mons. Urbanc expresó: “De un modo particular estoy dando gracias a Dios por mis ocho años de catamarqueño, de estar acá caminando con ustedes, peregrinando hacia la casa del Padre en esta Iglesia particular de Catamarca, con la misión que el Señor me ha confiado de ser el Obispo, motivo más que suficiente para dar gracias, y también pedir al Señor más fuerza para poder tener las luces para el discernimiento que uno necesita para poder conducir esta querida Diócesis de Catamarca”. Además, destacó “algo tan hermoso para uno como es experimentar la protección, el acompañamiento de la Virgen en esta tarea, que uno, humanamente, no la puede llevar a cabo si no es con la ayuda de la gracia”.
Tomando como eje la Palabra de Dios proclamada previamente, dijo que “las dos lecturas tienen algo en común y es que se refieren a la crucifixión de Jesús. El Obispo tiene una misión muy importante como la que tenía Moisés guiando al pueblo judío por el desierto. El pueblo es muy diverso en sus personas y son muchas las realidades que les toca vivir, principalmente lo que enerva a pueblo son las adversidades. Pero tiene que haber alguien que tranquilice, que interceda, que oriente a ese pueblo… El pueblo judío lo tenía a Moisés, que muchas veces estaba harto de tener que apaciguar las aguas. Pero no se cansa, cuando ve que su pueblo está diezmando por culpa de sus pecados, él va a salir a interceder a favor de su pueblo”.
En este punto reflexionó que “uno como pastor también experimenta muchas veces esto. Uno tiene que estar a la par de Jesús pidiendo, intercediendo, porque uno no es el Salvador, Moisés no era el Salvador. Jesús es el verdadero Salvador, todo lo otro es figura y lo que nosotros podemos hacer hoy lo hacemos en el nombre de Jesús, porque quien conduce al pueblo de Dios es Jesús por medio de su espíritu y nosotros somos sus colaboradores”.
En otro tramo de su predicación, el Pastor Diocesano dijo que a lo largo de esta Cuaresma, “para ser salvados por Dios, es necesario reconocer nuestros pecados, nuestras infidelidades, nuestra mediocridad, nuestra indiferencia. Y si tenemos la humildad de mirar hacia lo alto, a Cristo crucificado, quien ha muerto por mis pecados y los de mis hermanos, entonces somos salvos. La salvación viene sólo de Jesús, esto es lo que tiene que hacer la Iglesia en Catamarca, en el mundo que nos toca vivir”.
“Vamos caminando en esta última semana para celebrar la gran Semana de la historia de la humanidad, la gran Semana de los cristianos, que es meditar en la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Por eso si lo hacemos en serio, si estamos dispuestos a meditar en serio en esta realidad del Dios encarnado en la persona de Jesús, que padece, que muere y que resucita, alcanzaremos la salvación”, enfatizó.
Finalmente invitó a todos a pedirle “a Dios que nos ayude a vivir en serio nuestra fe, para que esta diócesis de Catamarca, protegida por la Santísima Virgen María, guiada, acompañada por su intercesión, pueda ser una comunidad verdaderamente creyente, una comunidad verdaderamente discípula-misionera de Jesús, que goza celebrando la fe”.