Maxi Salas hizo la diferencia para River y cumplió con la ley del ex ante Racing: el héroe de una película con final caliente

«Este es el famoso River, el famoso River Plate», retumba en el Gigante de Arroyito. El partido, que tuvo un final caliente, con empujones, insultos e invitaciones a pelear entre los jugadores, acaba de finalizar y ganó River. Y en medio de todos esos jugadores que saltan y disfrutan de una victoria reparadora, que le da al equipo de Marcelo Gallardo luz entre tanta oscuridad en las últimas semanas, está Maximiliano Salas, el héroe de la victoria Millonaria. El que mandó a guardar la primera que tocó y se bancó toda la belicosidad de la gente de Racing por haber dejado a La Academia hace pocos meses e irse a River tras la ejecución de una cláusula millonaria.
«Para mi fue algo normal. Como dije, siempre estoy tranquilo. En las buenas y en las malas, mi tranquilidad nunca cambia. Nunca estuve nervioso«, expresó tras el partido en el que metió el gol del triunfo y agregó: «Era una final para nosotros. Había que jugarlo con mucha tranquilidad porque si entrábamos en el ritmo de ellos, que juegan muy bien, le íbamos a pasar mal».
El tipo era el protagonista principal de este duelo entre River y Racing en el Gigante de Arroyito. Su pase le dio el título con el que que portales y zócalos de programas de televisión deportivos se relamieron desde el momento en el que se supo que se enfrentarían en los cuartos de final de la Copa Argentina. “El partido del morbo”, se lo denominó. Y en Rosario no quedaron dudas de que hubo mucho morbo desde el principio.
Salas mandó la pelota a la red antes de los cinco minutos. Impactó con su zurda, de primera, el centro que le envió Facundo Colidio tras una jugada que se inició con un magnífico cambio de frente de Juanfer Quintero, que continuó con una buena descarga del rubio delantero y un pase excepcional de Acuña al vacío para que el ex Tigre vaya a buscarlo y ubique al hombre de la película.
Así, Salas cumplió con la ley del ex. Pero también evidenció su honor. Demostró caballerosidad al no gritar el gol. Y eso que tenía todo para tentarse. La metió de cara a los hinchas de River, sus compañeros fueron a abrazarlo y recién comenzaba el partido. Con lo que necesitaba, además, ese gol el equipo Millonario para desahogarse después de tanta malaria y empezar a creer en que la recuperación es posible. Y ni hablar con escuchar que media cancha, la parte celeste y blanca, le cante “borom bom bom, borom bom bom, el que no salta es un traidor”. O cuando le mostraron plata. Hasta le devolvió a un plateísta de Racing una zapatilla que le había tirado al comienzo del segundo tiempo.
Si bien el propio Salas le bajó los decibeles a este encuentro con sus declaraciones sin nada de explosivos y hasta se vio con su amigo Maravilla Martínez y compartió la foto en sus redes sociales hace unas semanas, para el delantero de 27 años era un partido muy especial.

Todos los ojos estarían puestos sobre él. Y la presión caía sobre sus espaldas después de su polémica salida de Racing, con el que ganó la Sudamericana y la Recopa y en el que brilló, para llegar a River tras ejecutar la cláusula de rescisión (de 8 millones de euros), y que desató un conflicto entre las dirigencias de ambos clubes.
Y todo eso se metió adentro del partido por más que Salas no haya querido. Y así lo exhibió al principio y al final cuando fue a saludar a sus ex compañeros y a Costas y su cuerpo técnico. Eso sí, no se olvidó de Diego Milito. «Se portó mal conmigo», tiró. Y le agradeció «a Costas, a la dirigencia anterior y a la gente, que se portaron bien conmigo».
Tras los más de 90 minutos jugados, ya que se agregaron 16 minutos de adición por el parate que provocó la barra de Racing al prender y tirar bengalas, lo que originó una gran humareda que quitaba visibilidad, la reacción de los futbolistas de Racing no fue la mismo. Salas, que había salido de la cancha aplaudido por la gente de River en tiempo de descuento cuando lo reemplazó Lencina, se acercó a sus antiguos compañeros y uno de ellos lo sacó de la escena. Ahí mismo, Gallardo y “La Roca” Moreno, hombre de seguridad del plantel de River, lo apartaron para que no pasara a mayores la situación.
Y ahí se arma un tumulto del que participa Marcos Acuña, otro que vivió un partido especial por su pasado en Racing, y que fue castigado por los académicos al tomar la decisión de ir a River. El Huevo se robó protagonismo y antes de que se terminara el partido no quiso sacar un lateral dado que le tiraban botellas de plástico desde la platea que ocupaban los hinchas de Racing. Y tanto ahí como después de que finalizara el encuentro se trenzó con Balboa, quien lo escupió. El lateral campeón del mundo se puso loco y lo frenaron Pardo, defensor de Racing, y Gallardo. Luego, quedó frente a frente con Gonzalo Costas, uno de los hijos y ayudante del entrenador de Racing.
Las peleas se disiparon cuando se metieron en los vestuarios, primero los jugadores de Racing, y luego los de River que se quedaron festejando una victoria que se gestó en el mercado de pases. Es que la diferencia la hizo Maxi Salas.