Huracán Melissa: se intensificó de tormenta tropical a categoría 5 en menos de 48 horas por aguas más cálidas de lo normal

El huracán Melissa alcanzó este lunes la categoría 5, la más alta en la escala Saffir-Simpson, después de una rápida intensificación sobre las aguas excepcionalmente cálidas del Caribe.
De acuerdo con el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos(NHC), los vientos del sistema se duplicaron en menos de un día, pasando de tormenta tropical a un huracán con ráfagas de hasta 175 millas por hora (280 km/h).
Los datos satelitales y mediciones oceánicas indican que el mar Caribe presenta temperaturas 2,5 grados Fahrenheit (1,4°C) por encima de su promedio habitual. Esa diferencia, aparentemente pequeña, fue uno de los factores clave que impulsaron la intensificación explosiva de Melissa.
Según un análisis preliminar de Climate Central, una organización científica sin fines de lucro dedicada a la comunicación climática, el calentamiento de las aguas aumentó la velocidad máxima de los vientos del huracán en unos 10 mph (16 km/h) y elevó su potencial destructivo hasta en un 50%.
El océano funciona como una fuente de energía para los huracanes. Cuanto más caliente está el agua, más vapor se evapora y más energía térmica se transfiere a la atmósfera, alimentando el sistema. Este proceso crea un círculo de retroalimentación positiva: el aire cálido y húmedo asciende, se condensa y libera calor, lo que refuerza los vientos del ciclón.
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El planeta ya se ha calentado alrededor de 1,4°C por encima de los niveles preindustriales, y los océanos han absorbido aproximadamente el 93% del exceso de calor generado por las emisiones humanas de gases de efecto invernadero. Cada décima de grado adicional de calentamiento oceánico aumenta significativamente el riesgo de tormentas más intensas y marejadas ciclónicas más peligrosas.
En el caso de Melissa, el “Índice de Cambio Climático en Ciclones Tropicales” (Tropical Cyclone CSI) de Climate Central estimó que las condiciones de temperatura oceánica observadas en su trayectoria son entre 500 y 700 veces más probables debido a la influencia humana sobre el clima.
Entre el 25 y el 27 de octubre, Melissa experimentó dos episodios consecutivos de intensificación rápida extrema, un fenómeno que se define como un aumento de al menos 50 nudos (93 km/h) en los vientos sostenidos en un período de 24 horas. En el caso de Melissa, la velocidad del viento aumentó 70 mph (112 km/h) en sólo un día.
El NHC informó que el huracán podría generar vientos catastróficos, lluvias torrenciales y deslizamientos de tierra generalizados, con la posibilidad de que algunas comunidades queden aisladas durante varios días por daños a la infraestructura eléctrica y de comunicaciones.

Los científicos advierten que este patrón de intensificación extrema se está volviendo más frecuente a medida que los océanos del mundo continúan batiendo récords de temperatura. En los últimos dos años, fenómenos como Beryl, Helene y Milton también mostraron un comportamiento similar, alimentados por aguas más cálidas de lo normal.
Además de fortalecer huracanes, las olas de calor marinas prolongadas están generando efectos devastadores en los ecosistemas. El aumento de la temperatura del mar ha provocado eventos masivos de blanqueamiento de corales, y recientemente dos especies fundamentales de coral fueron declaradas funcionalmente extintas en las aguas de Florida.
El calentamiento global, impulsado principalmente por la quema de combustibles fósiles, no solo amplifica la intensidad de los huracanes, sino que también eleva el nivel del mar, lo que incrementa el riesgo de marejadas ciclónicas que pueden arrasar con comunidades costeras enteras.
Además, un aire y un océano más cálidos provocan lluvias más intensas, lo que aumenta el peligro de inundaciones repentinas, la principal causa de muertes relacionadas con huracanes en Estados Unidos y el Caribe.