Gerónimo Ahumada volvió a recordar el infierno que vivió esa fatídica noche
Gerónimo Ahumada, el hombre de 31 años que perdió a su esposa y dos hijas aquella noche, tuvo duros términos hacia los responsables y consideró que la gente no debería regresar a El Rodeo “hasta que se den cuenta que deben hacer bien las cosas y valorar la vida humana”.
En diálogo con Radio Unión, Ahumada repasó en detalle los sucesos del 23 de enero pasado, desde el momento en que junto con su familia decidió trasladarse a la villa ambateña en carpa. Su testimonio es rico en detalles y permite establecer muchas circunstancias.
Recordó que llegaron al mediodía, después de un viaje complicado por el transporte. Se dirigieron al camping, a la orilla del río Ambato, que ese día estaba repleto, a tal punto que solo quedaba espacio para su carpa y otra más.
Gerónimo contó que fue el propio personal el que los guió al lugar donde acampar y vio los carteles con las tarifas que cobraban por carpa.
Pasaron el día en el río y, al caer la noche, “unos 40 minutos antes del alud, me vinieron a cobrar por la carpa”, recordó, mientras caía una tenue llovizna.
El se fue a bañar mientras su esposa e hijas lo esperaban en el quincho, pero cuando buscaba su ropa dentro de la carpa, sintió un fuerte temblor en la tierra.
Aunque no sabía qué pasaba, intuyó que podía ser una creciente, a pesar de que no se sentía olor a barro y la actividad eléctrica en el cerro no se percibía desde ese lugar.
De igual modo salió corriendo, advirtiendo a la gente lo que se aproximaba, a pesar de que no estaba seguro y “pensando que podía hacer el ridículo”.
Cuando logró ubicar a su familia, ya todo el mundo había salido de sus carpas y corría en busca de refugio, alertado por los gritos del propio Gerónimo.
Junto con su familia vieron una casa iluminada y hacia allí fueron a pedir ayuda.
Fue Sergio Díaz (quien perdió a su esposa e hija en la tragedia) quien les permitió entrar. “Aquí estamos seguros”, le dijo Díaz, sin pensar que el agua comenzaría a invadir la casa hasta que les llegó a las rodillas y, al mirar hacia afuera, se dieron cuenta de que ya no tenían manera de salir.
En ese momento, Gerónimo optó por buscar a las suyas, que estaban en la habitación junto con la esposa e hija de Díaz y se metieron al baño.
En su relato recordó cómo el agua y las rocas empezaron a destruir todo, los azulejos que estallaban y el momento que fueron arrastrados por la correntada.
Sin ocultar su tristeza, Gerónimo Ahumada sostuvo que nadie los ayudó siquiera para indicarles hacia dónde podían escapar a una zona segura.
“A pesar de todas las barbaridades que dijo este señor (en referencia al intendente Félix Casas Doering, intendente de El Rodeo) de que estaba prohibido acampar, el lugar estaba lleno”, remarcó.
Por ello se manifestó indignado cuando vio en la Fiesta del Poncho un stand de El Rodeo.
“¿Cómo pueden promocionar un lugar que no está en condiciones?”, preguntó Gerónimo, al señalar que sintió “bronca y asco”, se fue y no volvió.
http://www.launiondigital.com.ar