Donde no hay noche sin luna
En estos días en que la palabra Belén resuena en los oídos de cuantos se preparan para la inminente Navidad, podemos dirigir nuestras miradas a esa otra Belén, más cercana y tan nuestra, esa a la que llamamos Cuna del Poncho. Allí, desde hace 32 años, “no hay noches sin luna”, ya que la imagen blanquísima de Nuestra Señora de Belén -de 20 metros de altura- iluminada con 10 mil bujías, preside el cielo como suspendida en el aire, en la oscuridad de las noches, y es vista aún desde localidades distantes del departamento.
Durante tres años de trabajo, afrontando el invierno con sus nieves y el verano con sus grandes calores, con la colaboración permanente de 16 obreros, el escultor marplatense Hidelberg Ferrino fue levantando esa obra de ingeniería, preparada para desafiar los fuertes embates del zonda y de los temblores. Previamente dinamitaron el cerro “El Tiro” para anclar la base del monumento a la montaña.
Para la realización de esta obra fue importantísima la colaboración de la población de Belén que ayudó subiendo al cerro, a pulso o en burros, el material necesario: piedras, ripio, agua, cemento, maderas, hierros, etc., todo controlado en la cumbre y lavado allí mismo en piletas preparadas para tal efecto.
El monumento a Nuestra Señora de Belén se encuentra en el cerro Oeste de la ciudad, en un sitio que constituye el mirador de la Cuna del Poncho, a una altura de 300 metros, los que se ascienden por un sinuoso camino de unos 1.900 metros de extensión.
De esta forma, los devotos de la Virgen tienen no sólo su Santuario en el centro de Belén, sino también este lugar de peregrinación que atrae a un creciente número de creyentes. Y quienes desde su lecho de enfermos no pueden llegar hasta allí, sólo tienen que acercarse a la ventana para ver a su “Madrecita” y hacerle sus peticiones.
El 20 de diciembre de 1982 se inauguraba esa gran obra para júbilo de belichos y de todos los devotos de la Virgen de Belén.
elesquiu.com
Durante tres años de trabajo, afrontando el invierno con sus nieves y el verano con sus grandes calores, con la colaboración permanente de 16 obreros, el escultor marplatense Hidelberg Ferrino fue levantando esa obra de ingeniería, preparada para desafiar los fuertes embates del zonda y de los temblores. Previamente dinamitaron el cerro “El Tiro” para anclar la base del monumento a la montaña.
Para la realización de esta obra fue importantísima la colaboración de la población de Belén que ayudó subiendo al cerro, a pulso o en burros, el material necesario: piedras, ripio, agua, cemento, maderas, hierros, etc., todo controlado en la cumbre y lavado allí mismo en piletas preparadas para tal efecto.
El monumento a Nuestra Señora de Belén se encuentra en el cerro Oeste de la ciudad, en un sitio que constituye el mirador de la Cuna del Poncho, a una altura de 300 metros, los que se ascienden por un sinuoso camino de unos 1.900 metros de extensión.
De esta forma, los devotos de la Virgen tienen no sólo su Santuario en el centro de Belén, sino también este lugar de peregrinación que atrae a un creciente número de creyentes. Y quienes desde su lecho de enfermos no pueden llegar hasta allí, sólo tienen que acercarse a la ventana para ver a su “Madrecita” y hacerle sus peticiones.
El 20 de diciembre de 1982 se inauguraba esa gran obra para júbilo de belichos y de todos los devotos de la Virgen de Belén.
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