Cómo la inteligencia artificial ya está haciendo una revolución en la salud (y nos va a cambiar la vida)

Carlos Regazzoni es médico. Pero se especializó en bioestadística, formación en la que realizó un posgrado en Exactas de la UBA, y dice que esa fue una herramienta clave en su paso en la gestión pública: fue director del PAMI durante la gestión de Mauricio Macri, en la que impulsó la modernización del organismo. Hoy, es uno de los referentes en el país en salud digital y desde ese lugar plantea que Argentina tiene que subirse a la inteligencia artificial y el análisis de datos, justamente, para transformar la salud de cara al futuro.
-La digitalización del PAMI terminó siendo pionera en en muchas cosas, por ejemplo la receta electrónica. ¿Fue muy difícil instrumentar esos cambios?
-Sí, y no pude terminar de implementarlos porque había una enorme carencia en lo que es el el hardware, o sea, las computadoras. Porque para manejar grandes datos y hacer grandes avances tecnológicos en esta materia necesitás una enorme capacidad de cálculo que las computadoras no tienen. En 2016 desarrollamos un primer modelo predictivo de fraude de medicamentos con 75 parámetros y el servidor del PAMI estuvo seis días y medio calculando. Ahora los nuevos modelos predictivos tienen de 2.000 a 3.000 millones de parámetros…
–Se se dice que la inteligencia artificial ya no es el futuro, sino sino el presente. ¿Cómo se aplica en el ámbito de la salud?
–Sí, es el presente. Hace dos años se pronosticaba que los grandes modelos de lenguaje iban a superar el test de Turing –en el cual un grupo de árbitros no puede diferenciar cuando le responde una computadora o un humano– en cuatro años. Sin embargo, ya lo superaron: se adelantó dos años.
–¿Y en qué temas ya es presente?
–En el descubrimiento de nuevos medicamentos. En la interpretación de imágenes, donde ya hay dispositivos asistiendo a los médicos en imágenes de la piel, de anatomía patológica o de ecocardiografía: es una revolución total porque se gana en velocidad y en precisión. Hay una tercera dimensión que son los sistemas de ayuda a la decisión clínica, que recomiendan al médico acciones a tomar a partir de un diagnóstico. Otro punto es la coordinación logística del hospital. Los hospitales son las organizaciones más complejas que se conocen por la cantidad y variedad de funciones que se ejecutan en simultáneo. Va a bajar las filas de espera, optimizar los quirófanos, mejorar el uso de los laboratorios, garantizar el acceso a la información en todo momento y aumentar los niveles de seguridad del paciente. Ya lugares como la Mayo Clinic están a la vanguardia y los están usando. Otro punto es la detección de alertas tempranas: en los sistemas de monitoreo se están empezando a aplicar para detectar cuándo un paciente va a hacer un paro o una complicación en terapia intensiva. Para darte una idea, estuve en el hospital cardiológico más grande de China, con 850 camas de unidad coronaria: tienen 200 ingenieros y 50 médicos dedicados sólo a su sistema de inteligencia artificial.
–¿Y nosotros cómo estamos?
–La Argentina está en un nivel muy incipiente. Los expertos están convencidos de que la medicina es uno de los campos donde más va a revolucionar y donde antes se va a aplicar. Porque tenés una enorme cantidad de de gente altísimamente entrenada en grandes cantidades en los hospitales. Imaginate en un colegio secundario: estás muy lejos todavía porque la mayoría de los docentes no sabe estadística. En cambio, los hospitales manejan tecnología de punta todo el tiempo.
–En la salud hay un mindset diferente.
–Exactamente. Ya de por sí es muy innovador el médico. Pero en nuestro país tenemos varios problemas. Primero, la tecnología. Necesitas un proceso intermedio que se llama traslación o aplicación de la tecnología. Requiere tres cosas. La primera, gente formada y nosotros tenemos muy poca ya entrenada. Segundo, capacidad instalada: en la mayoría de los hospitales públicos del país como mucho se llega al Excel, y hay registros en papel. El tercer punto es el cambio de los procesos. Y en este sentido, si recorremos hospitales públicos y privados, ¿cuántos tienen sus procesos pautados? Tiene que haber por lo menos una cultura del proceso.

–¿Cuál es el escenario en cuanto a la infraestructura?
–El país tiene problemas estructurales que son aún más dramáticos. En América Latina hay diez supercomputadoras: nueve las tiene Brasil y una Argentina, que es Clementina. Pero todas están muy por debajo de los estándares mínimos que utilizan los grandes centros de datos del mundo. Brasil y Chile invierten más en inteligencia artificial que nosotros. Argentina, a pesar de haber sido pionera, tiene serios problemas para volver a esos estándares. El 70% de los chicos en el colegio secundario no sabe resolver problemas de matemática simples, estamos entre los peores rendimientos del mundo, y eso no ha mejorado en 20 años ni siquiera en Ciudad de Buenos Aires. Eso es una limitación definitiva para incorporar la inteligencia artificial, porque las tecnologías de la inteligencia artificial, incluso los grandes modelos de lenguaje, en el fondo dependen de funciones matemáticas.
–¿Cómo se puede empezar a remontar esto?
Argentina tiene grandes centros de élite. Tanto el Balseiro como la Universidad de La Plata y la Universidad de Buenos Aires tienen centros de datos, de computación y de matemáticas de nivel mundial. Otra ventaja es que tenemos un sistema de salud con suficiente complejidad y desarrollo. De hecho, además de Brasil, nosotros somos los más desarrollados de toda América Latina. Para avanzar en inteligencia artificial en Argentina, yo comenzaría por la salud.
–¿Por qué?
–Por estas dos ventajas, es donde hay más modelos, donde el tema es más de vanguardia y además va a ser de enorme utilidad. Tendría un programa nacional de inteligencia artificial y salud. Dicen los que saben en el mundo, incluyendo los grandes tecno oligarcas, que en los países como el nuestro tiene que haber inversión pública, si no no va a haber nada. Tiene que ser una gran inversión en supercomputadoras, en atracción de talentos y en trabajar. Hay dos grandes capítulos. Uno, la epidemiología: en Argentina tenemos un gran bache en los datos y la inteligencia artificial tiene la posibilidad de, con pocos datos, poder tener una enorme cantidad de información. Antes escuchaba que no se podía hasta que no esté la historia clínica informatizada: eso ya dejó de ser real porque hoy los sistemas pueden leer manuscritos. Lo segundo es programar con inteligencia artificial. Por ejemplo, los programas de vacunación, en este momento en que estamos en una crisis de vacunación alucinante.
–¿Cómo se aplicaría en las vacunas?
–Los sistemas predictivos tienen que trabajar en la epidemiología de los factores de riesgo y en el diagnóstico en tiempo real de los niveles de vacunación. La orientación de las campañas a los grupos de riesgo es una especie de vacunación inteligente. Las campañas masivas partían de la base de una distribución uniforme del riesgo, entonces vacunás a todos. Ahora se sabe que hay personas con más riesgo y personas con menos riesgo. Podrías evaluar más profundo los niveles de riesgo y hacer un uso selectivo de ciertas vacunas. En el mundo se estima que el 30% de las vacunas se vencen en los depósitos.

–¿Qué inversión se requeriría para hacer esto?
-Lamentablemente, a la velocidad que evolucionan los centros de datos en el mundo, la inversión es infinita. Pensá que en los próximos cinco años se va a invertir casi 1 billón de dólares. Pero cada 100 dólares que disponga de inversión, 50 tendría que ponerlos en ganar capacidad instalada. Y apostaría los que están haciendo doctorados: se debería desarrollar un programa de doctorados en inteligencia artificial. Esto tiene un problema que es la producción de nuevos talentos . Argentina necesita de manera urgente un plan nacional de matemáticas. Varios países lo hicieron, Pakistán, India. Vos no podés dejar que cada jurisdicción siga experimentando a ver cómo enseña a los chicos a hacer cuentas. Las matemáticas son fundamentales.
–En este momento que tanto hablamos de que el sistema de salud está en una crisis irreversible, ¿como la IA puede ayudar a recuperar esa sustentabilidad?
Gran punto. En salud hay una cuestión indispensable que es la eficiencia: con una cantidad dada de recursos, ¿cuánto beneficio obtenés? Porque los recursos en salud son siempre escasos. Estados Unidos gasta el 20% de su producto bruto interno en salud. Alemania, el 11%. Sin embargo, Estados Unidos tiene siete años menos expectativa de vida que Alemania. Entonces, evidentemente, Alemania es por 60% o 70% más eficiente. Argentina es 30% menos eficiente que Chile o Brasil. Eso significa que con lo que gastamos en salud podríamos tener 30% más de resultados Esto significaría llevar la expectativa de vida de 76 años a 79. Es indispensable incorporar tecnologías basadas en inteligencia artificial a la salud para justamente, en un en un marco de escasez, lograr el mayor beneficio posible en un país que lo necesita desesperadamente.
–¿Con qué ejemplos concretos contribuiría a ese impacto positivo?
–Bajando los niveles de fraude. Estandarizando procesos: hay una enorme uso redundante de estudios de laboratorio o de visitas al médico innecesarios. Mejorando los niveles de de diagnóstico: podrías tener un diagnóstico hiper experto en un tomógrafo en cualquier provincia de Argentina. Por definición, la IA aumenta la eficacia del sistema.
–¿Y qué pasa con las personas?
–Esa es una gran una gran dificultad. Por eso es tan importante que el sistema sea público. Los sistemas basados en inteligencia artificial generan capacidades con un enorme poder. Si ese poder está concentrado, termina siendo oculto porque no hay quien lo entienda. Para combatir eso, lo mejor es democratizar los sistemas y difundir el conocimiento, por eso necesitamos generar mucha gente capacitada. Necesitamos meter en los procesos en todos lados y que todos sean parte en la construcción de estos sistemas. Y está decisión política de hacerlo en algo que beneficie a todos. En definitiva se trata para adaptar los sistemas de inteligencia artificial a la comunidad humana.

–¿Hay especialidades médicas que se van a extinguir?
–A la extinción no va nadie. A lo que van es al acotamiento. La IA automatiza procesos que antes solo podían realizar los seres humanos. Por ejemplo la redacción de texto solo ante un solo ser humano podía hacerlo. Por ejemplo, la redacción de textos. Pero antes había gente que era calculista y ahora lo hace la calculadora. Una gran proporción de los procedimientos médicos van a ser automatizados. Eso va a obligar a las profesiones a encontrar el área de frontera en la cual pueden ir más allá de lo que se está haciendo. Ese más allá es en la investigación más creativa o en la interfase con el ser humano.
–Me preguntaba lo mismo: cómo puede potenciar el vínculo.
–Claro, porque a nadie le va a gustar demasiado que empiece, por decirlo así, a humanizar un robot. Acá lo clave es entender que lo importante somos los seres humanos y todos los seres humanos. Cada uno cuenta. Yo entiendo que un robot cocine perfecto, pero no podés terminar con toda la gente que quiere cocinar para otro. Hay que encontrar el equilibrio para que la persona que le gusta cocinar y que los demás disfruten de su comida puede seguir haciéndolo. Si vos lo dejas solo al libre mercado, bueno, es más barato que cocine el robot. Si no se va a cumplir la profecía de la película Elysium, donde la cura para el cáncer estaba en un en un satélite, y en la tierra la gente vivía a las trompadas y a los tiros. Aparece una chiquita que hay que tratarla y como no tenía el pasaporte, un héroe la lleva. Este es el gran problema de inteligencia artificial: que tiende a concentrar el poder.
–Y en este escenario, ¿vos son optimista o pesimista?
-Una vez le hicieron esa pregunta a Mao y dijo: «El mundo progresa y el futuro es brillante». Yo soy súper optimista en cuanto a la capacidad que tiene el ser humano de cambiar esto. Ahora, el punto es que este optimismo no puede disuadirnos de nuestra responsabilidad. Y la responsabilidad acá es encontrarlo a ese héroe. David. La persona que puede humanizar a toda la máquina ya nació y capaz que está pescando mojarra en en un arroyo de aguas servidas, en una villa, en un asentamiento, en el conurbano, y a ese chico no lo estamos yendo a buscar. El gran compromiso que tenemos nosotros es que todos tengan la oportunidad, porque de ahí va a salir los genios. El talento está diseminado al azar en el mundo, no sólo en las escuelas más caras. Y los países que crecen son los países que invierten en todos.
AS