Adiós a Teresita Saadi, madre, tía y hermana de gobernadores

Murió ayer la mamá de Lucía Corpacci, una mujer dedicada a su familia que fue testigo directo de seis décadas de la vida institucional de la provincia.

Doña Teresita junto a su hija y actual gobernadora de la provincia, Lucía Corpacci.

A los 92 años, falleció ayer doña Teresita Saadi, una mujer que sin haber ocupado cargos públicos fue testigo directo de la vida política e institucional de la provincia en las últimas seis décadas.
Nacida en Belén y radicada en Capital desde su infancia, fruto del matrimonio de Wadi Saadi y Leonor Arce, fue la séptima hija y también la última sobreviviente de la familia que integró con sus padres y sus hermanos Efraín, Antonio Onésimo, Arnoldo Tránsito, Vicente Leónides, Eumelia y Emma.

Lazos

Doña Teresita fue madre, tía y hermana de gobernadores. Su hermano Vicente Leónides fue electo en 1987 y falleció siete meses más tarde en ejercicio del cargo. Su sobrino Ramón Eduardo fue electo en 1983, con el retorno de la democracia y nuevamente consagrado gobernador en 1988, tras el fallecimiento de don Vicente. Su hija Lucía Benigna, actual mandataria, fue la primera mujer en ser electa vicegobernadora de Catamarca en 2007 y la primera mujer de la historia provincial en ser electa gobernadora en 2011, cargo para el cual fue reelecta en 2015. Su hijo Hugo es el actual senador por Capayán.
Y quizás desde allí pueda encontrarse la clave de la personalidad de Teresita, ya que pese a estar durante tanto tiempo familiarizada con quienes se desempeñaban en altos cargos públicos, era lo más alejado a una señora de alta alcurnia con aires de superioridad social.

Pasado

Sencilla, amable y extremadamente solidaria, tenía la impronta del trabajo y el compromiso de ayuda con el vecino, que cultivó por donde anduvo. Nunca supo de lujos ni excentricidades y el centro de su vida siempre fueron sus hijos y sus nietos.
Sensible y comprometida, nunca dejó de visitar el Hogar de Ancianos o las Carmelitas Descalzas, con quienes colaboró silenciosamente durante años.
Casada muy jovencita con Sebastián Corpacci, vivió toda su vida con él: 56 años desde que contrajeron matrimonio en noviembre de 1948 hasta la muerte de su esposo, en octubre de 2004. Doña Teresita fue madre de siete hijos, dos varones y cinco mujeres: Hugo, Teresa Leonor, René, Lucía, Soledad, Julia Mercedes y Ema.
Tenía una gran cultura, era profesora de Filosofía y Letras y fue una destacada docente en distintos establecimientos del medio, como la Escuela de Comercio y la Escuela Normal de Maestros.
Estuvo al frente de la imprenta La Verdad, tradicional negocio familiar que funcionaba en calle Sarmiento, frente a la manzana de los franciscanos.
Apasionada de los deportes, le gustaban especialmente el fútbol y el boxeo. Era hincha fanática de River Plate, club del cual fue una de las primeras mujeres en asociarse y mostraba con orgullo su carnet.
Le fascinaba también el pugilismo y más de una vez se desvelaba en la madrugada para seguir las alternativas de diferentes combates por televisión.
Fue una madre y una abuela presente, lúcida y de diálogo permanente con sus hijos hasta comienzos de este año, cuando su salud se deterioró abruptamente.

Dificultades

Doña Teresita acompañó toda la carrera política de quien fuera su esposo, Sebastián Corpacci, en un largo itinerario que supo de momentos felices y también de etapas particularmente duras.
Fue así que le tocó visitar a su esposo encarcelado durante el denominado Proceso de Reorganización Nacional, tiempos de dictadura militar en los cuales la participación política era tachada de delito y ser peronista era motivo de persecución.
Lejos de huir o esconderse, fue especialmente en aquellos años cuando don Sebastián sacó la cara para defender a otros compañeros, asistiéndolos de mil maneras y ganándose un respeto que lo convirtió en una figura política intachable, con méritos reconocidos por aliados y opositores.
Sebastián fue presidente del Partido Justicialista, diputado nacional y ministro de Gobierno, responsabilidades que no se terminaban en un despacho, sino que involucraban toda su vida. Su esposa y compañera vivió por ello en una casa donde las puertas estaban siempre abiertas y el hogar era sede de reuniones políticas, lugar de encuentro de militantes y también el sitio donde el que necesitaba encontraba una mano extendida o un plato en la mesa.
Doña Teresita era amada por su familia y legó en sus hijos y nietos el sentido de la ética y la conducta, pero también de la fortaleza, con una calidad humana que se transformó en el núcleo de su familia.
La gobernadora Lucía Corpacci la acompañó constantemente en estos últimos tiempos, dividiendo su tiempo entre la internación y sus compromisos oficiales, hasta que en las primeras horas de ayer recibió la dolorosa noticia.

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