Los debates en torno al COVID-19 en los que los expertos no se ponen de acuerdo
Que si el virus se contagia o no por el aire, si la PCR es efectiva, si la inmunidad que adquiere quien contrae la enfermedad lo protege de reinfecciones, y los desafíos de desarrollar una vacuna eficaz que sí lo haga son algunos de los temas que generan controversia en plena pandemia. Infobae recopiló las principales conclusiones que -por ahora- existen
Las “idas y vueltas” en torno al coronavirus y su avance en el mundo tienen a la población -y a los expertos en el tema- en vilo desde que el virus emergió de China, en diciembre de 2019.
A siete meses del surgimiento de “un nuevo virus” en la lejana Wuhan, y mientras el descubrimiento de un tratamiento eficaz y una vacuna capaz de prevenirlo siguen sin ocurrir, las dudas parecen ser más que las certezas. Y los propios responsables de dar respuestas vuelven a poner el interrogante en lo que tiempo atrás aseguraban fehacientemente.
¿Barbijo sí o no? ¿Cuarentena o inmunidad de rebaño? ¿El virus se contagia por el aire? ¿Los asintomáticos contagian? ¿Es efectivo el test de PCR para detectar la enfermedad? Las personas que contraen la enfermedad, ¿son inmunes o no a nuevas infecciones? Y si adquirir la infección otorga inmunidad sólo por un tiempo, ¿podrá la vacuna generarla a largo plazo?
Infobae puso la lupa en los cuatro debates que volvieron a ver la luz en los últimos días, para repasar -una vez más- cuáles son las últimas novedades. Al menos hasta que alguien diga lo contrario.
1- La OMS reconoció que el coronavirus puede contagiarse a través del aire
Luego de haberlo negado hasta el cansancio, ahora la Organización Mundial de la Salud (OMS) aceptó las advertencias de centenares de expertos que el SARS-CoV-2 podría contagiarse por el aire en algunas circunstancias.
El organismo internacional actualizó por primera vez desde el 29 de marzo el documento en el que detalla los modos de transmisión del virus para incluir los llamados aerosoles, esas pequeñas partículas que pueden mantener en suspensión unos minutos con carga vírica e infectar a quien la inhale.
La semana pasada, un grupo de 239 científicos internacionales urgió a la OMS y la comunidad médica internacional a “reconocer la posible transmisión aérea del COVID-19”, en un artículo publicado en la revista Clinical Infectious Diseases de Oxford.
Si bien muchos especialistas habían advertido que alertar del contagio aéreo podría ser malinterpretado por la población, en el nuevo documento del organismo aseguran que se observaron brotes en “algunos entornos cerrados, como restaurantes, clubes nocturnos, lugares de culto o lugares de trabajo donde la gente puede estar gritando, hablando o cantando”.
“En estos brotes”, según destacaron, “no se puede descartar la transmisión de aerosoles, particularmente en estos lugares interiores donde hay espacios abarrotados y con ventilación inadecuada donde las personas infectadas pasan largos períodos de tiempo con otros”.
Textualmente, el actualizado documento asegura: “La transmisión en el aire se define como la propagación de un agente infeccioso causado por la diseminación de núcleos de gotitas (aerosoles) que permanecen infecciosos cuando se suspenden en el aire a largas distancias y en el tiempo. La transmisión de SARS-CoV-2 en el aire puede ocurrir durante procedimientos médicos que generan aerosoles. La OMS, junto con la comunidad científica, ha estado discutiendo activamente y evaluando si el SARS-CoV-2 también puede propagarse a través de aerosoles en ausencia de procedimientos de generación, particularmente en entornos interiores con poca ventilación (…) Estas teorías sugieren que 1) varias gotitas respiratorias generan aerosoles microscópicos (<5 µm) al evaporarse, y 2) la respiración normal y la conversación dan como resultado aerosoles exhalados. Por lo tanto, una persona susceptible podría inhalar aerosoles, y podría infectarse si los aerosoles contienen el virus en cantidad suficiente para causar infección dentro del receptor. sin embargo, la proporción de núcleos de gotitas exhaladas o de gotitas respiratorias que se evaporan para generar aerosoles, y la dosis infecciosa de SARS-CoV-2 requerida para causar infección en otra persona no se conoce”.
2- La inmunidad ante el COVID-19 puede desaparecer al cabo de unos meses
Una de las dudas que desvela a los investigadores es saber si una vez enferma, una persona adquiere inmunidad frente a un nuevo contacto con el virus y qué tan duradera es esa inmunidad.
“Estamos en una etapa en la que no sólo hay que avanzar con las vacunas, si no que al mismo tiempo es interesante generar modelos de mamíferos para ver si (no sólo la vacuna, sino más bien el virus) genera una inmunidad tal que re desafiando al individuo con una nueva dosis de virus puede sobrepasar la infección”. El biólogo y doctor en ciencias Federico Prada había asegurado a Infobae que “por un lado avanzan las investigaciones de las vacunas y por el otro estudios que se hacen en modelos animales en los que se adquiere conocimiento en relación a qué es lo que ocurre post infección”.
Es que las personas que se recuperan de ciertas infecciones virales suelen desarrollar respuestas de anticuerpos específicos de virus que proporcionan una inmunidad protectora sólida contra la reexposición, pero algunos virus no generan inmunidad natural protectora, como el VIH. Según publicó la revista Science, “los estudios de desafío en humanos para el coronavirus del resfriado común han sugerido que puede haber inmunidad natural parcial. Sin embargo, actualmente no hay datos sobre si los humanos que se han recuperado de la infección por SARS-CoV-2 están protegidos contra la reexposición”.
Ahora, en lo que es el primer estudio de este tipo, un equipo de investigadores del King’s College de Londres examinó los niveles de anticuerpos de más de 90 pacientes confirmados con el virus SARS-CoV-2 y su evolución en el tiempo. Los análisis sanguíneos mostraron que incluso los individuos con síntomas leves producían algún tipo de respuesta inmune al virus.
Del grupo estudiado, 60% de los pacientes dio una respuesta “potente” en las primeras semanas posteriores a la infección. Sin embargo, después de tres meses, solo 16,7% mantenía un nivel alto de anticuerpos neutralizadores del COVID-19 y algunos de ellos ni siquiera tenían una cantidad detectable en la sangre.
Estas conclusiones, que todavía no fueron objeto de examen por parte de otros colegas científicos, fueron publicadas en el sitio Medrxiv. El estudio sugiere por lo tanto que no se puede dar por descontada la inmunidad -capaz de proteger el organismo contra nuevas infecciones- tras haber superado una primera vez la enfermedad.
Este estudio “subraya la necesidad de comprender mejor cómo funciona la respuesta inmune protectora (al COVID-19) para poder desarrollar una vacuna eficaz”, dijo Lawrence Young, profesor de oncología médica en la Universidad de Warwick del Reino Unido.
Hay otros cuatro tipos de coronavirus en circulación generalizada, que causan el resfriado común. “Una cosa que sabemos sobre estos coronavirus es que las personas pueden reinfectarse con bastante frecuencia”, aseguró el profesor Stuart Neil, coautor de la investigación. Y añadió: “Lo que debe significar que la inmunidad protectora que las personas generan no dura mucho tiempo. Parece que SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19, podría estar cayendo en ese patrón también”.
“Esto ciertamente sugiere que no podemos estar seguros de que la infección natural será protectora para una proporción significativa de individuos, ni seguro de la duración de cualquier protección. Sin embargo, esperaríamos que la reinfección sea menos severa para cualquier individuo, ya que aún conservará la memoria inmune, lo que le permitirá responder más rápidamente”, aseveró el profesor Robin Shattock de la misma universidad.
3- “Las pruebas de PCR no tienen sentido como herramienta de diagnóstico para determinar una infección por coronavirus”
Luego de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendara hasta el cansancio “testear, testear y testear” como el método más eficiente para enfrentar al COVID-19, una publicación de las últimas semanas vino a sembrar duda sobre la sensibilidad y especificidad de la técnica para detectar SARS-CoV-2.
Además de esta crítica, aseguraron que el método no había sido creado para detectar una infección viral, que carece de un estándar de oro válido y que es imposible conocer a ciencia cierta la tasa real de falsos positivos, entre otras cuestiones.
La médica especialista en medicina interna e infectología María Fernanda Rombini (MN 97087) detalló que “en la actualidad se dispone de dos diferentes tipos de pruebas diagnósticas que aportan información sobre la infección por el SARS-CoV-2: las pruebas que detectan la presencia del virus, denominadas directas, como la PCR en tiempo real y las pruebas que demuestran que un paciente estuvo infectado a través de anticuerpos que creó frente al virus, llamadas indirectas, como las serológicas IgM/IgG”.
“La bibliografía indica que el método de PCR presenta sensibilidad adecuada para la detección de SARS-CoV-2, a partir de la aparición de los síntomas en los pacientes testeados. Los estudios actuales indican que antes de la presencia de los síntomas la sensibilidad de la técnica disminuye, mostrando una proporción de falsos negativos (personas que tienen la presencia del virus pero que dan resultado negativo frente a la prueba realizada) entre el 60 y el 100%”, aseguró Rombini, quien es coordinadora del Centro Flores de Helios Salud Doctor Stamboulian.
En ese sentido, otra de las críticas que el artículo de OffGuardian plantea a la técnica es la falta de un estándar de oro válido. “Este es un punto fundamental. Las pruebas deben ser evaluadas para determinar su precisión, estrictamente hablando su sensibilidad y especificidad, en comparación con un ‘estándar de oro’, lo que significa el método más preciso disponible”, asegura la publicación.
Para la bioquímica María Belén Bouzas (MN 7301), jefa de la División de Análisis Clínicos del Hospital Muñiz ése es “el único punto real que tiene el artículo: no hay gold standard para la PCR, sólo se compara con la enfermedad, tenés COVID-19 o no tenés”.
Y tras asegurar que “la sensibilidad y especificidad de los distintos métodos no se sabe”, la especialista destacó: “No hay un dato que diga la PCR tiene una sensibilidad de tanto; eso es variable y no hay estimación fehaciente”. “La herramienta tiene sus limitaciones, no la conocemos perfectamente, ahora bien, es la única técnica que tenemos”, reconoció.
Sobre la afirmación que asegura que no es posible conocer la tasa de falsos positivos de las pruebas de PCR, el médico infectólogo Eduardo López explicó a este medio que “encontrar una PCR positiva no implica que el individuo tenga partículas virales infectantes”. “La PCR puede detectar restos de genoma viral y no tener la persona partícula viral infectante y eso se ve probablemente en los asintomáticos y también en los individuos que se recuperaron, en quienes muchas veces se registran hisopados positivo pero el cultivo viral es negativo”.
“La PCR habla de presencia de virus, pero no determina si está activo. El ARN viral que supuestamente detecta puede no indicar la presencia de virus infecciosos”, resaltó el infectólogo, para quien “por esa causa la OMS decidió en los casos leves dar el alta al paciente al día diez sin necesidad de repetir la PCR”.
4- Dudas sobre la inmunidad de la vacuna ante una reinfección
Científicos en todo el mundo que están buscando una vacuna contra el COVID-19 o un tratamiento eficaz para las fases graves que genera en el cuerpo humano. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, si bien algunos expertos anticipan que una infección inicial por coronavirus les dará a las personas cierto nivel de inmunidad durante cierto tiempo, lo cierto es que aún no saben qué tipo de anticuerpos, células y otros marcadores en la sangre de una persona significará esa “protección”.
Así, determinar esos “correlatos de protección” es crucial tanto para que las personas puedan saber si están nuevamente en riesgo, como también para que los investigadores puedan comprender qué tan bien funcionan las vacunas potenciales, cuánto duran y cómo acelerar su desarrollo.
En ese sentido, los científicos confían en las pistas de cómo el cuerpo humano se protege de otros virus, incluidos los otros coronavirus que causan enfermedades, para guiar qué tipo de vacunas de respuesta inmune deberían inducir.
“No necesitamos conocer formalmente estos correlatos de protección. Uno puede fabricar la vacuna de forma algo empírica, lo que significa fabricarla y probarla; en los viejos tiempos así se fabricaban todas las vacunas. Ahora, la investigación de vacunas y la determinación de los correlatos de protección a menudo tienen lugar al mismo tiempo”, aseguró John Mascola, director del Centro de Investigación de Vacunas del Instituto Nacional de Salud de los EEUU. Y agregó: “Con el coronavirus, los desarrolladores de vacunas están aprovechando el hecho de que creemos que sabemos qué tipo de respuesta de anticuerpos generar, y en eso se basan los diseños”.
Para estudiar los correlatos de la protección, los científicos ahora están mirando la sangre de las personas que se recuperaron de COVID-19 para mapear las defensas que el sistema inmunológico puso cuando el virus atacó. En las últimas semanas, describieron el tipo de anticuerpos producidos, descubriendo que pueden tener efectos poderosos contra una de las proteínas clave del virus, y que casi todos los pacientes que tenían la enfermedad, incluso aquellos que tenían infecciones leves, generaban anticuerpos. Esos son signos positivos, dado que se espera que un tipo de anticuerpo, llamado anticuerpo neutralizante, en cantidades suficientes, ofrezca cierta cantidad de protección durante al menos una cierta cantidad de tiempo. Los científicos también han informado sobre la concentración de células inmunes, que puede estar involucrado en reconocer un virus y detenerlo.
Con los animales, los investigadores pueden “desafiar” a aquellos que están vacunados o que tuvieron una infección inicial para ver si pueden evitar el virus, que es lo que demostraron estudios recientes en monos. Los científicos descubrieron que los animales generaron anticuerpos neutralizantes después de contraer el virus por primera vez o cuando recibieron vacunas experimentales, y que cuanto mayor era el nivel de anticuerpos que tenían los monos (cuanto mayor era el “título”, en términos científicos), más protegidos estaban en contra del patógeno cuando los científicos rociaron una segunda dosis en sus narices.
“Esa es una sugerencia de que los anticuerpos neutralizantes contra el virus pueden proteger contra la reinfección. Si ese hallazgo se extiende a las personas, comenzaremos a poder usarlo como un predictor de éxito, es decir, en experimentos con candidatos a vacunas, los investigadores pueden comenzar a ver qué niveles de anticuerpos neutralizantes están produciendo y priorizar aquellos que parecen generar respuestas más prometedoras”, indicó Dan Barouch, director del Centro de Investigación de Virología y Vacunas del Centro Médico Beth Israel Deaconess, quien dirigió esa investigación.
Al parecer, esta es una pandemia de la que no se encuentran precedentes en la historia. Mientras la ciencia avanza a contrarreloj en busca de respuestas, todo indica que sólo el tiempo será el encargado de dar el veredicto final.