Boca vencía 2-0 a Central Córdoba que tuvo una remontada increíble en La Bombonera y casi lo gana en la última

El desconcierto del equipo sobre el césped se traslada a las tribunas. Los hinchas, que habían disfrutado un primer tiempo de novela, terminan pasmados por un final de terror. No saben si aplaudir o silbar. Entonces, fluyen los murmullos mientras La Doce no apaga su percusión. Boca tuvo una primavera que duró una hora y cuando todos creían que por florecía su fútbol, se marchitó en un puñado de minutos. Ganaba cómodo, se subía a la cima de la Zona A y de la Tabla Anual, pero terminó con un punto que parece una migaja. Central Córdoba, con las modificaciones de Omar De Felippe, logró revertir un 2 a 0. Y nadie entendió porqué Miguel Angel Russo se guardó ¡cuatro cambios!

Boca pasó de los elogios del entretiempo a las críticas del final. Entonces, nadie imaginaba otro resultado que una victoria. La gente se sentía a gusto con un equipo que había mostrado un gran volumen de juego, que había sido superior a su adversario y, como consecuencia, había logrado la merecida ventaja. Y si hubo un buen funcionamiento colectivo, se debió a los altos rendimientos individuales de esa primera etapa.

Sí, Boca fue armonioso como jamás lo había sido antes en el tercer ciclo de Russo. A partir de Leandro Paredes, que arrancó algo más atrás que Rodrigo Battaglia, con un sentido: ser la salida permanente, el primer pase y también, el lanzador. Hubo una buena sintonía con el otro volante central, pero también con Carlos Palacios.

Boca armó un afinado circuito por adentro y encontró variantes con Juan Barinaga o Brian Aguirre por la derecha y algunas proyecciones de Lautaro Blanco por la izquierda. Y hubo un jugador clave, que le aportó mucho al ataque. De Milton Giménez se trata.

La lesión de Edinson Cavani, titular indiscutido y capitán, muy a pesar de sus desniveles, le abrió las puertas del equipo al “9” de Grand Bourg. Y a diferencia del astro uruguayo, que va camino a los 40 años, Giménez tiene más movilidad y presencia, arriesga el cuerpo en el mano a mano con los centrales rivales y facilita el trabajo de sus compañeros.

El gol fue todo un testimonio de este concepto. Del tiro de esquina de Blanco llegó el cabezazo del centrodelantero en el anticipo aéreo y Battaglia se encontró con la pelota servida abajo del arco de Alan Aguerre, hasta entonces la figura.

Con el balón detenido, más allá de las sociedades que armó en cada jugada, Boca generó las situaciones más claras. Paredes es un plus en ese sentido. Giménez y Lautaro Di Lollo lo perdieron de cabeza. El “9” por una gran tapada de Aguerre y el zaguero por unos centímetros.

El arquero del conjunto santiagueño también tapó un mano a mano ante Giménez y se lanzó como un defensor para despejar con sus pies una jugada que pudo terminar en el grito de Miguel Merentiel, que participó mucho del juego, pero no estuvo preciso en el área. Al menos, en ese primer tiempo.

Central Córdoba llegó a orillas del Riachuelo a bordo de un 4-2-3-1 que no pudo hacer pie, fundamentalmente, porque Boca no le permitió crecer a partir de sus volantes. Iván Gómez y José Florentín estuvieron más preocupados por contener a Paredes y Battaglia -sin éxito- que en gestar el juego. Y adelante, a pesar del esfuerzo de Leonardo Heredia, casi no tuvo peso. Cómo habrás sido de liviano que el equipo de Omar De Felippe no pateó al arco de Agustín Marchesín.

El segundo tiempo continuó con la misma tónica. Boca fue avasallador. Aguerre le ahogó el grito a Paredes y a Aguirre. Se palpitaba el 2 a 0. Y llegó con una extraordinaria jugada colectiva que terminó con un desborde de Blanco y un taco de Giménez para dejar a Merentiel de frente al gol.

Automáticamente, De Felippe movió el banco. Cambió delanteros, prescindió de Vera, desarmó el doble cinco y desplegó un 4-3-3 que le dio más agresividad y dinámica. Y que en su primer tiro al arco encontró el descuento. Fue a partir de un córner que Boca defendió mal. La bajó Heredia, la pelota boyó para Galván, que la pinchó en el área chica, dudó Marchesín y Florentín cabeceó con comodidad, en la espalda de Battaglia.

Boca sintió el impacto, pero enseguida tuvo otra chance con Giménez -también a partir de un córner de Paredes- que Aguerre tapó en dos tiempos. Y un tiro de Merentiel que Lucas Abascia sacó en la línea.

Ya estaba Alan Velasco en la cancha, pero tirado a la derecha en reemplazo de Aguirre. Palacios pedía el cambio a gritos, cansado físicamente. Pero Russo no modificó el equipo.

Y llegó otro córner. El centro de Brian Cufré, el rechazo de Giménez y una bomba goleadora de Gómez, inatajable para Marchesín. Central Córdoba remató dos veces al arco y convirtió.

En el epílogo, Velasco cabeceó en el travesaño. Pero casi lo ganan los santiagueños con una réplica que no pudo definir Gonzalo Verón.

Hubiera sido un premio demasiado gordo para Central Córdoba y un castigo excesivo para Boca, que jugó como nunca y decepcionó como casi siempre en este 2025.

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